jueves, 31 de enero de 2013

Juan Cu,CARLOS ILLESCAS: LA ERUDICIÓN PERIMETRAL

 Carlos Illescas: la erudición Perimetral
                                   Por Juan Cu





Fueron los finales de los noventa cuando el Maestro Carlos Illescas (1), antes de comenzar su taller en un 5o. piso de un edificio de la calle de insurgentes, casi frente al monumento de Álvaro Obregón, me dijo sobre un poema de su autoría:

"déjese de intelectualidades, dígame si esto que esta publicado aquí en el periódico vale la pena"

Era un poema escrito en letras grandes a todo lo largo y ancho en dos páginas tamaño tabloide (grande) en un períodico, el poema de no más 50 versos. Le dije que era un buen texto...
- Nada más- insistió.
 Volví a leer el poema...( silencio)
Mire - me dijo, - le voy a decir cual fue el procedimiento para realizar este poema: " pensé en nombrar la naturaleza de un bosque, tratando de describir detalladamente cada rama y color de la espesura circundante. Cada hoja, cada pétalo, cada rama... además de los grados de transparencia del aire y el color de sus texturas. Con las palabras mas idóneas, gráciles y hasta impredecibles. Palabra por palabra como la extraordinaria voz con la que fue fincada la palabra  arquitectura..".(esto último es un resúmen de lo que recuerdo)

Después de la explicación teórica volví al periódico y seguí con atención el método de Don Carlos, pero no podía hilar su método (tesis) antes dicho con el poema, (praxis) es decir su resultado. (Silencio...)


Déjelo en paz-- concluyó--, refiriédose al diario. Y me pidió que la próxima clase en el taller le trajera,  aquélla edición de la Cábala que yo escogiera de alguna librería. Que aquí me la pagaba.(SIC)

Nota: (1).- Don Carlos Illescas es uno de los pocos literatos que podían recitar medio libro de los poemas del Arcipreste de Hita, El libro del buen amor,  (casi 400 páginas, dependiendo la edición) sin equivocarse. Otros como Carlos Monsivaís, y José Emilio Pacheco, también disputaban ese don de Funes el memoríoso del cuento de José Luis Borges.

Poesía:

    Alta (1944)
    Andante amantísimo (1974)
    Cartas a Lucrecia, segunda parte (1974)
    Cuando viajamos el dolor también es pasajero (1978)
    Ejercicios (1959)
    El espíritu en fuera de lugar (1978)
    México (1978)
    El mar es una llaga (1979)
    Federico Arana. La carga de la memoria (1979)
    Fragmentos reunidos (1981)
    Cuadernos. Friso de otoño (1958)
    La máscara (1979)
    Las casas abandonadas (1980)
    La rosa y Bonifaz Nuño (1983)
    Los cuadernos de Marsias (1973)
    Nocturno (1964)
    Planto (1990)
    Por numerosas luces adornado (1980)
    Rubén las quería de carne y hueso (1980)
    Señor de los ejércitos (1975)
    Usted es la culpable (1983)
    Usted, Vega de Petrarca (1980)

Narrativa:

    De nadie para todos (1969)
    Juan (1945)
    Laurel de Erostrato (1972)

Ensayo:

    Alaíde en el corazón (1981)
    Apuntes sobre el guatemalteco (1953)
    Asesinato y periodismo (1980)
    Asturias crece hacia arriba (1960)
    Nadie se ahoga dos veces en el mismo río (1976)
    Guatemala: las líneas del terror (1979)

Guión:

    Angeles y querubines (1979)
    Auandar Anapu (1975)
    La mansión de la locura (1974)
    Los divinos placeres (1980)
    Pafnuncio Santo (1979)
    El luminoso canto del ruiseñor (1979)

Dar click aquí para leer artículos de don Carlos para los lectores 





Poemas de Don Carlos Illescas


LXXXV

Nunca pude expresarte mis ocasos;
jamás, jamás decirte en qué medida
(o forma de revancha) fui a la vida
un cuajarón de niebla entre sus pasos.
Cómo decirlo si apuraba vasos
de absurda desazón en la bebida,
el lenguaje de un tenue matricida
narrado por idiotas o payasos.
Mírame hoy deshacerme en cada hoja,
desordenarle al árbol su ramaje,
labrar en cada hormiga la congoja.
Yo soy el muerto que perdió su traje,
aquel a quien jamás, jamás se antoja
denegarle la befa y el ultraje.









LXXV

Poética

Poesía, es conveniente
vomitar una, dos, mil veces
de seguida,
a fin de no dejar en el estómago
residuos indeseables de alimento.
Y propiciar después quién sabe
qué imaginarios paraísos;
si intáctiles, concretos:
si precisos, comidos por el sueño
en tanto llama inteligente
incursa en los sentidos, orbes -digo-
de permanente combustión
hasta lograr de nuevo, poesía,
la catarata impetuosa de otro vómito
de sílabas montadas en estrofas
gratas al alma y al oído.


de Fragmentos reunidos (1981)
Tomado del libro La rosa bien temperada
Publicado por Magna terra Editores






VIII

Prescripción necesaria

Neófito:
Lo primero atarla al tronco.
Asegurar en torno suyo
rencor y cuerda.
Azotarla en seguida con ramajos
gozosos de membrillo;
comtémplala verter sus alaridos
igual a flores degolladas
por los molares de la roca.
Mas el placer y sus efluvios
acudirán después cuando ella
te azote a ti, durante largas horas
sin atender tus gritos.


de Fragmentos reunidos (1981)
Tomado del libro La rosa bien temperada
Publicado por Magna terra Editores







LXXVIII

He terminado de nacer, confieso
por propia voluntad haber venido
a un confuso mundo sin sentido
en cuyas celdas me debato preso.
Todo me aferra. Me destroza. Exceso
no resulta decir que cuanto pido
al pronto me es negado. Soy gruñido
de un tiempo que me roe hueso a hueso.
Para mí el alba es tísica figura;
en un figón, mendiga arrinconada,
trasmigrando un mendrugo con porfía.
Por favor desnaced al sinventura.
Encendedle las luces de su nada.
Liberadlo, por fin, de su mal día.







XC

La rosa es inmersión, arquitectura;
presencia justa de una idea al tacto,
solar tragedia en un eterno acto
en el teatro del tiempo y la conjura
elaborada en la mañana pura
de morir y nacer, suscrito el pacto
entre el todo y la noche con exacto
sentido de lo eterno que no dura,
porque la rosa el cuerpo destituye
e ignora a dónde ir cuando se acaba
la idea exacta que al actuar aploma
es muy más duradera mientras huye
hacia el sentido atento si recaba
que el tacto morirá mas no su aroma.